Hay un pueblito maldito y ya casi olvidado, casi una tapera, habitado por algunos muy testarudos habitantes en el desierto de Atacama en Chile, uno de los desiertos más áridos e infértiles del mundo, donde se vivía casi normalmente, pero se vivía.

Otrora, era una pujante pequeña ciudad donde se generaba mucho dinero y había mucho trabajo… ¡Claro, otrora! Ahora era un pueblo casi fantasma…

En la época dorada de la explotación del salitre, el cual se usaba como fertilizante y se exportaba por millones de toneladas y generaba también millones de dólares, pero solo para unos pocos, el resto de la población, si bien trabajaba duro y se esforzaba en laborar y vivir en aquella inmensidad desolada, tórrida y alejada de todo, vivía casi normalmente, pero se vivía.

Muchísimos de ellos eran oriundos de allí y como dice el refrán: “La cabra tira al monte”, por lo que no desistían de aquella desigual lucha contra los patrones, el calor, las necesidades y el calcinante desierto.

En aquellas épocas, en medio del apogeo de la explotación y procesamiento del salitre, alguien hizo algo que cambio todo ese mundo.

Alguien de túnica blanca, en un cómodo, frasco y agradable laboratorio y a cientos de miles de kilómetros de allí, inventó el salitre sintético y a precio mucho más barato que el extraído allí…

Como consecuencia, el pueblito se derrumbó económicamente, comenzó su proceso de deterioro y a ir transformándose en esa ciudad casi fantasma que allí hay ahora…

Muchos se marcharon en busca de nuevos lugares y oportunidades. Otros muchos, comenzaron una marcha reclamando al gobierno soluciones para todo el pueblo y para esta situación.

Se marcó una reunión con todos los de la marcha, que eran muchísimos, en unos galpones abandonados y cuando estuvieron todos, hicieron que el ejército los ametrallara y murieron todos.

Nunca se investigó ni se publicó nada de este evento. Nunca nadie se responsabilizó de la masacre…

Nadie más volvió a su casa ni al pueblo, nadie… solo una mujer…

Se la conoce como la Rubia, es una mujer muy pero muy flaca, de largos cabellos y piel oscura. Ella dejó a sus hijos en la ciudad mientras participaba de la marcha en busca de trabajo para luego volver a buscarlos.

La Rubia viene seguido y busca a sus hijos, viene en las noches y nadie se anima a no dejarla entrar en las casas que aún quedan en el pueblo, ni a decirle que nada va a encontrar…

Y así La Rubia sigue buscando a sus hijos, los que dejó en esa

ciudad ahora casi fantasma… como ella…

*Basado en antigua leyenda Chilena

  By: Eddy Noviembre 2021

Compartir
Previous post Memes intelectuales para reír  II
Next post La niña y la muerte…