Ahora sí, con fuerza y dedicación hay que salir a mover el país productivo.

¿Vieron que hay cosas a las que no hay con qué darle?

En Uruguay, por ejemplo, le guste a quién le guste, o no le guste a quién no le guste, el año siempre comienza, realmente comienza después que llega el último ciclista de la vuelta ciclista del Uruguay.

¡Y sí!, en realidad y de verdad, así como el año nuevo judío o el chino no comienzan el primero de enero, el uruguayo tampoco.

El verdadero año nuevo uruguayo, empieza solo y únicamente después de la llegada del último ciclista de la vuelta, “Vox pópuli, vox Dei”.

Es que los uruguayos venimos de un largo letargo de bohemia fiestera y festejera, conmemorativa, podríamos decir. Un largo período de vacaciones y descansos varios, por diferentes causas.

Esta historia comienza generalmente allá por mediados de diciembre… ¡Cuando mucho!

A partir de ahí, todos están imbuidos en estos asuntos del arreglo del arbolito de navidad y las fiestas, ¡Pero!, no solamente en los hogares, ¡No! Esto sucede también en los comercios, las fábricas, las empresas y en las oficinas públicas y privadas… al fin de cuentas, ¡En todos lados!

Por ésas fechas la febril actividad está centrada en las infaltables fiestas del amigo oculto y las archi famosas despedidas del año de la empresa, tienda, escuela, en fin, en todos lados.

También están todos abocados a la preparación de las tradicionales fiestas de navidad y año nuevo, así como la planificación de las licencias.

Toda esta parafernalia festejera va a finalizar el primero de enero… de noche. Pero ahí comenzamos los últimos preparativos para otra tradicional e impostergable festejo en el calendario del uruguayo: ¡El día de reyes!

Lo que resulta muy interesante, repetitivo y clásico, en estas fiestas, licencias y vacaciones, así como otras celebraciones, es la máxima que los anima y guía a todos, todos los años, que es:             “Gastar lo que no se tiene, para aparentar lo que no se es, ante gente que no se conoce”

Ya pasado el día de reyes, están los que se fueron de licencia y no se puede contar con ellos, como así tampoco con los que se están preparando para salir ellos de licencia cuando vuelvan los que ya salieron.

Después de este ajetreo todo, ya se nos viene encima, otra fecha imperdible en el lúdico y tan extenso calendario de asuetos uruguayos…

¡Sí, cómo no!, nos preparamos para vivir el carnaval.

¿Cosa increíble, no? Porque si el carnaval de Rio, es indiscutiblemente el carnaval más grande y fastuoso del mundo, el nuestro, el de uruguayo, es el más largo del mundo.

¡Un mes dura, che!

Después de las carnestolendas, que unos disfrutan y otros aprovechan, hay un intento leve, timorato, diríamos una tibia, muy tibia escaramuza de comienzo del año, pero por supuesto con sordina, piano, pianísimo podríamos decir…

¡Claro! Porque en esas fechas, las almas de los uruguayos están impregnadas e influenciadas por los sentimientos ecuménicos que nos invaden puesto que está llegando la semana Santa, o de Turismo.

Con esta excusa salimos a acampar y a depredar la naturaleza y nos solazamos en destruir “a piachere” los reinos animales, vegetales y minerales.

Los uruguayos nos vamos a acampar, nos vamos a las fiestas criollas, a pescar a cazar y por supuesto a ver pasar la vuelta ciclista del Uruguay.

El domingo de Pascua, con la llegada del último ciclista de la vuelta, y las últimas ingestas de los huevos de Pascua, en esa melancólica tristeza y añoranzas, que nos invaden,  los uruguayos, lentamente comprendemos y comenzamos a aceptar (no de muy buena gana, hay que decirlo) que la joda se terminó…

¡Que el lunes hay que empezar a desperezarse y remangarse para comenzar el año en serio!

Tipo: “¡Uruguayos, paren de festejar y pónganse de una vez por todas a laburar!!

Y que quieren que les diga, pa´mí, los uruguayos nos fuimos al carajo.

 By Eddy 17/4/17

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