Virgilio, el creador de la «Eneida»
¿Quién fue Virgilio?
Virgilio (70 a.C. – 19 a.C.) fue uno de los escritores más relevantes de la historia de la antigua Roma. Sus tres grandes creaciones en verso —las Bucólicas, las Geórgicas y, sobre todo, la Eneida— son inigualables obras maestras que nacieron en la misma época que el emperador Augusto consolidaba su poder. Por eso, en este artículo vamos a hacer un breve resumen de la biografía de Virgilio para comprender quién fue, cómo fue la creación de la Eneida y cuál fue la importancia de esta en el origen del Imperio Romano.
Para empezar, cabe aclarar que lo que sabemos con seguridad sobre la biografía de Virgilio es muy poco, dado que el foco de la historia únicamente se centró en su faceta profesional y en sus relaciones con los hombres poderosos de su tiempo. Publio Virgilio Maro nació el 15 de octubre del año 70 a.C. en el seno de la familia Virgilio, procedente de la aldea de Andes, muy cercana a la ciudad de Mantua (región de Lombardía, al norte de Italia).
De sus padres, Virgilio Maro y Magia Polla, apenas se ha podido saber nada concluyente salvo que él era de antepasados etruscos y ella era de origen romano. Fue en Cremona, ciudad vecina a Mantua donde la familia tenía una vivienda, donde Virgilio cursó sus primeros estudios. Después, casi nada se conoce de su vida hasta su llegada a la edad adulta.
Virgilio y Augusto: la relación que cambiaría Roma
Virgilio, Horacio y los demás poetas famosos de la era de Augusto habían crecido y vivido en una época plagada de guerras civiles, por lo que ya estaban hartos de las matanzas, la inseguridad y los robos de tierras y propiedades. Por ello, cuando Augusto se hizo finalmente con el poder, en sus escritos van a reflejar su gratitud y celebración por la paz y estabilidad conseguida tras tantos años de violencia y trastornos.
La literatura era un entretenimiento muy respetable y a la moda entre los miembros de la élite romana. De hecho, se pensaba que cualquier hombre verdaderamente civilizado podía mantener conversaciones sobre poetas y escritores en las reuniones sociales.
Consciente de esto, Augusto creó un entorno de mecenazgo en el que se fomentaron el arte y la literatura, de manera que poetas, escritores y artistas luchaban por ganarse el favor del emperador o sus amigos. En el caso de nuestro protagonista, fue uno de estos amigos, Mecenas, quien respaldó y financió su trabajo y lo presentó al princeps.
Al final de la cuarta guerra civil romana, Virgilio ya era un poeta famoso. Concretamente, a mediados de los años 30 a.C. había publicado su primera gran obra, Bucólicas, y en el año 29 a.C. publicó la segunda, Geórgicas. Así, no es de extrañar que fuera el propio Augusto el que le encargara la creación de una obra que expresara todo lo que su gobierno significaba: el renacimiento de Roma como una potencia más fuerte y gloriosa que nunca.
Virgilio y la Eneida: una década de trabajo sin fin
Virgilio tardó más de una década (29 – 19 a.C.) en escribir los doce libros que vertebran la Eneida, y aun así, la obra quedó inconclusa cuando murió. Grosso modo, podemos dividir estos once años en dos periodos: uno de estudio y recogida de materiales que duraría más o menos unos cinco años, y otro de creación o composición propiamente dicha que abarcó aproximadamente seis años y que quizás se habría prolongado al menos otros tres de no haber muerto el poeta.
Durante este largo proceso creativo, Augusto siempre se mostró interesado en conocer el avance, tal y como muestran diversas anécdotas. Por un lado, el emperador escribió a Virgilio pidiendo que le enviara un resumen de lo que tenía hasta el momento mientras se encontraba en Hispania luchando en las guerras cántabras.
Por otro lado, es bastante famosa la anécdota sucedida en el 22 a.C. El escritor visitó la corte para leer los libros que tenía terminados hasta entonces —el segundo, el cuarto y el sexto— ante el emperador y varios miembros de su familia. En este ambiente, Octavia, la hermana de Augusto, se desmayó de la impresión que le causó escuchar algunos pasajes del libro sexto. Aparte, no podemos olvidar que Augusto fue en contra del testamento de Virgilio y publicó la Eneida.
En lo que se refiere a sus hábitos como escritor, es probable que siguiera el mismo método empleado para componer las Geórgicas: escribía largas tiradas de versos por las mañanas, obedeciendo a los arrebatos de su inspiración. Luego, en el resto del día, hacía autocrítica y se quedaba solo con unos pocos. Además, sabemos que Virgilio redactó la epopeya en prosa antes de pasarla a versos y darle su forma definitiva.
De este modo, si tenemos en cuenta que Virgilio tardó seis años en concebir los 9896 versos de la Eneida, eso implica que escribía una media muy reducida de cuatro versos y medio al día. En suma, está más que demostrado que el poeta era una persona obsesivamente perfeccionista, alguien que elegía cada palabra con tanta atención que raras veces componía más de un par de líneas al día.
Última voluntad y muerte
En el año 19 a.C. Virgilio emprendió un largo viaje por Grecia y Asia para conocer personalmente los lugares que eran patria y escenario de las hazañas de su personaje principal, Eneas. Sin embargo, en el viaje de regreso a Italia, el poeta enfermó, primero con una insolación y después con fiebres. Consiguió llegar con vida al puerto italiano de Brindisi, pero falleció finalmente el 21 de septiembre del 19 a.C. cuando tenía cincuenta años y faltaban dos días para el cumpleaños de Augusto.
En su testamento el escritor nombró herederos a Augusto y a Mecenas y estableció que su amigo Lucio Varo quemara los manuscritos de la Eneida para que nunca vieran la luz. De hecho, sabemos que en sus últimas horas de vida también había rogado a varias personas que le trajeran los rollos para quemarlos él mismo. En otras palabras, Virgilio prefería destruir su magna obra y el fruto de un trabajo de más de una década antes que verlo publicado en un estado que no le satisfacía por completo.
Afortunadamente, Augusto no solo se aseguró de que no se cumpliera la última voluntad de Virgilio, sino que ordenó a varias personas que ordenaran la epopeya y se la ofrecieran sin tardanza al mundo.
Es evidente que el emperador no lo hizo únicamente como un gesto altruista, ya que la Eneida tuvo un alto componente de propaganda política simbólica. No obstante, gracias a él podemos seguir disfrutando hoy en día de una de las mejores obras de la historia de la literatura romana, a la altura de la Odisea o la Ilíada de Homero en Grecia.
Eneas y la sibila de Cumas, obra de François Perrier hecha a mediados del siglo XVII (Fuente: Wikimedia Commons)
Importancia de Virgilio en la historia romana
La Eneida de Virgilio fue un éxito rotundo desde el momento en que se publicó no solo por su excepcional calidad literaria, sino porque tenía todo lo que Augusto quería promocionar. La obra era patriótica, puesto que estaba repleta de descripciones de antiguas glorias y celebraba a los grandes romanos del pasado, pero también explicaba el increíble y próspero destino que aguardaba a una Roma dirigida por el hijo de Julio César.
Pronto la obra pasó a ser un texto referente a estudiar dentro del sistema educativo romano y, sobre todo sus primeros libros, se convirtieron en algunos de los más citados por los autores latinos posteriores. Asimismo, una buena prueba de su trascendencia posterior es que Virgilio es el guía de Dante Alighieri en la Divina Comedia, una obra escrita más de 1300 años después de la muerte del poeta.
La Eneida fue una empresa de una ambición extraordinaria, pero obtuvo un triunfo sin precedentes al transmitir con la literatura el mensaje del nuevo régimen: el destino de Roma no era solo gobernar el mundo, sino también aglutinar a los distintos pueblos y tradiciones, combinando Oriente y Occidente bajo el sabio gobierno de una única persona: el emperador César Augusto.
Virgilio leyendo la Eneida a Augusto, Octavia y Livia, obra hecha por Jean-Baptiste Wicar en el siglo XIX (Fuente: Wikimedia Commons)
Bibliografía
GOLDSWORTHY, A. (2014): Augusto. De revolucionario a emperador. Madrid: La esfera de los libros.
GRIMAL, P. (2011): Virgilio o el segundo nacimiento de Roma. Madrid: Gredos.
OSGOOD, J. (2019): Roma. La creación del Estado mundo. Madrid: Desperta Ferro.
VIRGILIO (1997): Eneida. Madrid: Gredos.