Héroes patrios en vivo

Diálogos e intimidades que jamás te hubieras imaginado que tuvieron nuestros héroes patrios.

         Venía un paisano troteando manso por la llanura, rumbeando hacia un rancho en la sierra. Era el general José Gervasio Artigas. Al llegar al rancho, propiedad de Don Fructuoso Rivera, respetuoso saluda:

-¡Ave María Purísima!

Desde la puerta del rancho, Don Fructuoso responde educado:

-¡Sin pecado concebido!

         Y ahí se larga la charla de dos viejos soldados amigos y compañeros de muchas batallas y  tantas patriadas.

-¡Apéese mi amigo! –invita Don Fructuoso- ¿Pero cómo dice que le va mi general?, ¿Qué lo trae por acá?

         ¡Por acá ando de recorrida, Don Frutos!- responde Artigas-  Temprano anduve por el Cabildo pa´ver como andaba todo y después me fui a bombear unas avanzadas brasileras y portuguesas que andaban por las cuchillas. Por suerte hoy va a ser un día tranquilo. Los Macacos y los Mamelucos tenían una feijoada conmemorativa en honor al Emperador Dom Pedro I y van a estar de fiesta todo el día, además ya están mamaos por unanimidad.

Venga mi general-convida Fructuoso- vamos a tomarnos unos mates, justo estaba esperando a mi hermano Bernabé que venía a eso mismo.

¿Y en que ha andado Don Frutos, que hace tiempo no lo veía?- indaga Don José Artigas-

Anduve por la frontera, bombiando a los invasores y visitando esos pagos a los que le han puesto nuestro apellido en honor a Bernabé.-responde Rivera-

¡Taba todo baratísimo, fíjese!- dice Rivera con entusiasmo-

¡La yerba, el tabaco, el charque y la caña brasilera por unos poquísimos patacones, mire! Y me traje un surtidito.

         ¡Pero mire qué bien!- dice Artigas asintiendo con la cabeza, mientras hacía roncar el mate-

Cuando venía volviendo pa´l pago –continúa contando Don Rivera- me crucé con mi compadre, Don Juan Antonio Lavalleja

-¿Y cómo anda Don Juan, que hace mucho no lo veo?, -pregunta Artigas-

¡Mire, medio jodido el hombre, vea! Se fue a pasear a la capital con su mujer, ¡y allá, a la Doña Ana Monterroso le dio un ataque de consumismo feroz!

-Qué comprame unas alpargatas nuevas, que preciso un vestido nuevo con enaguas pa´las fiestas del Cabildo, que quiero un mantón nuevo de encajes para ir a la misa de la Catedral ¡y cosas así! ¿Vio mi general?

-¡Pero que tremendidad!-responde Artigas, acomodando la bombilla que se le había tapado-

¡Y sí, el hombre se negó a tanta compra inútil! Diciendo que andaban medios cortos de plata y esto enfureció a la Doña Ana Monterroso, que le que le espetó, y se lo zampó así nomás, delante de tuito el mundo y a boca de jarro:

¡Pero qué gaucho más maula me resultaste ser! ¡Andás todos los días a los tiros con los invasores, que una escaramuza acá, que un conflicto armado allá, que un levantamiento de la indiada por no sé dónde! ¿Y no te animás a pedirle al Gobernador que te aumente el sueldo?

-¡Ya te me estás yendo pa´l Cabildo y les pedís que te aumenten unos patacones más el salario!

-¡Que vos sos un hombre casado y tenés tus obligaciones, que no sos un gaucho soltero sin compromiso ninguno, ni querencia pa cuidar!

¡Pah, taba brava la Doña entonces! –Comentó Artigas-

-¡Imagines mi general!-explica Rivera-¡vio como son las chinas hoy en día, y más las que son priendas de los libertadores!

-¿Y hablando de priendas, como anda la Doña Bernardina Fragoso? –Pregunta Artigas-

¡Pero loca de contenta! Mi general –responde Fructuoso Rivera mientras le cebaba otro mate y volvía a poner la caldera sobre las brasas.-

Con el viaje a la frontera y las compras que hicimos, ¡anda chocha, loca de la vida!

¡Pero qué cosa buena!-responde Artigas devolviendo el mate.

De repente, Rivera lo mira y le pregunta:

-¡Pero mi general, le veo un tremendo agujero en el poncho!, ¿Qué le pasó?

¡Ah esto! –contesta Artigas como minimizando la cosa- Fue la semana pasada en una refriega con una patrulla portuguesa. ¡El Mameluco se me vino como mosca a la fiambrera, fusil en riestre y con la bayoneta calada y me quiso achurar!

Por suerte le hice un quiebre de cintura, pero me llegó a ensartar el poncho. ¡Pero no se la llevó de arriba!,¿eh? ¡Así que lo esquivé, le planche las guampas de un sablazo  y allá quedo desparramado como estornudo de ñato!

Don Fructuoso le pregunta-entre curioso, consternado y vergonzoso-

¿Pero y la Doña Melchora Cuenca no se lo ha cosido?

-¡Mirá, ni me hablés! – Responde Artigas fastidiado- con esto de que la Melchora es jefa de lanceras, se me alza en armas y se va con sus lanceras a perseguir enemigos todos los días y me tiene los deberes de ama de casa medios desatendidos.

 -¡Y pa´mejor! El negro Ansina que siempre me hacía un matecito, aura anda medio entreverau con un concurso de folclore que va a haber allá por el paso del Durazno ¡che!, y anda siempre sentado en una calavera de cabeza de vaca cerca del fuego, templando la bordona y ensayando las canciones con las que va a concursar. ¡Y ni un mate me ceba el negro!, ¡che!

Don Gervasio termina el mate, lo agradece, se levanta y dice:

-¡Bueh, amigazo, me voy yendo!

Voy a ver si me la encuentro a la Melchora volviendo de las cuchillas pa´las casas. Es que tengo ganas de comerme un buen locro criollo y vamo a ver si la Doña está a fin de mandarse uno.

-¡Hasta mas ver! – se despide Don José Gervasio-

-¡Hasta más ver mi general!-responde Don Frutos-

El gaucho monta y se va al trotecito nomás, perdiéndose en la penumbra del atardecer por los campos de la patria.

Y así termina un día más en la vida cotidiana de los héroes patrios del Uruguay.

                                                   By:Eddy

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