Monumento conmemorativo en la plaza donde estuvieron conversando, la plaza de «Los 33 Orientales», vulgarmente conocida por Plaza de los Bomberos, por encontrarse frente a dicha institución.
En abril de 1925 el científico Albert Einstein, premio Nobel de Física y autor de la Teoría de la relatividad, visitó durante una semana la ciudad de Montevideo para brindar una serie de conferencias y se reunió con el filósofo y ensayista uruguayo Carlos Vaz Ferreira.
A 90 años de la visita de Einstein a Uruguay
El científico alemán llegó a Montevideo el 24 de abril de 1925 invitado por la Universidad de la República para dictar tres charlas sobre “Fases generales de la teoría de la relatividad”, las cuales congregaron una multitud que desbordó la capacidad locativa de la institución, reuniendo a más de 2000 personas cada una.
Einstein tenía un propósito más en su visita: conocer personalmente a Carlos Vaz Ferreira, el escritor, filósofo y académico uruguayo. El encuentro se concretó en la plaza conocida en la actualidad como de los Treinta y Tres, donde desde 2008 un monumento recuerda este importante momento.
Asimismo, una delegación de la colectividad judía uruguaya recibió a Einstein (entonces de 46 años de edad, nacido en la ciudad alemana Ulm en 1879) y conversó con él sobre los distintos problemas que afectaban a los judíos en ese tiempo.
Teoría de la relatividad
En noviembre de 1915, a los 36 años de edad, Albert Einstein completó la Teoría general de la relatividad, la cual fue considerada por él mismo como su obra maestra. Allí se establece que el tiempo y el espacio son conceptos relativos por la imposibilidad de encontrar un sistema de referencia absoluto.
“Este resultado no es algo aislado, sino un mundo nuevo de ideas científicas. Es el resultado más importante obtenido relacionado con la Teoría de la gravitación desde los días de Isaac Newton”, afirmó en 1919 el físico inglés Joseph John Thomson, presidente de la Royal Society.
Einstein no fue el primer científico en proponer una relación entre la masa y la energía. Sin embargo, sí fue el primero en plantear la famosa fórmula E=mc2 y el primero en interpretar la equivalencia entre masa y energía como un principio fundamental que proviene de las simetrías relativistas del tiempo y el espacio.
Premio Nobel
Retornando de una conferencia dictada en Japón en 1921, Einstein recibió la noticia de que se le había concedido el Premio Nobel de Física, aunque no por su Teoría de la relatividad, sino por sus aportes en el área de los efectos fotoeléctricos.
En su discurso pronunciado durante la premiación, el físico sorprendió a la audiencia al referirse a su Teoría de la relatividad en lugar de hablar sobre los otros hallazgos por los cuales había sido reconocido.
Los años del nazismo
El reconocimiento mundial del trabajo de Einstein generó una reacción violenta por parte del régimen nazi, que crecía en popularidad en Alemania a comienzos de 1930.
Los nazis denominaron “física judía” a las investigaciones del científico, organizaron conferencias en su contra y quemaron los libros de su autoría.
Asimismo, congregaron a más de 100 físicos para que redactaran el libro Cien autores contra Einstein, publicado en 1931. El científico judío les respondió que para refutar la Teoría de la relatividad no se precisaban 100 científicos, sino tan solo un hecho.
En diciembre de 1932, al percibir que su vida corría peligro, Einstein decidió irse de Alemania. Una organización nazi ya había publicado una revista con una imagen del físico en la tapa, acompañada por una leyenda que decía: “Todavía no ha sido colgado”. E incluso se le había puesto precio a su cabeza.
Su vínculo con ORT
El 28 de octubre de 1930 Albert Einstein fue invitado a participar como orador en la cena de ORT Mundial, la mayor organización no gubernamental judía dedicada a la educación y a la formación profesional, que tuvo lugar en el Hotel Savoy en Londres.
“Cualquiera que desee mantener vivo el espíritu debe también mantener el cuerpo que lo contiene. La Asociación ORT trata de superar las privaciones sociales y económicas que ha padecido el pueblo judío desde la Edad Media”, dijo el físico.
“Los últimos años, los últimos días, ciertamente nos han traído desaliento. No se quejen del destino, más bien encuentren en estos eventos la motivación para ser fieles y mantenerse fieles a la causa de la comunidad judía”, añadió.
De acuerdo con Einstein, en la tradición del pueblo judío anida un anhelo de justicia que debería servir tanto ahora como en el futuro para todos los pueblos del mundo.
Sus creencias
Einstein escribió que él no creía en un dios personal que interviniese en los asuntos humanos, sino en el Dios del filósofo judío Benedicto de Spinoza (siglo XVII); es decir, un dios de la armonía y la belleza.
A menudo decía que “Dios no juega a los dados con el universo”. Y su tarea, según Einstein creía, era formular una teoría maestra que le permitiera “leer la mente de Dios”.
“No soy un ateo y no creo que pueda llamarme un panteísta. Estamos en la posición de un niño pequeño entrando en una biblioteca enorme llena de libros en muchos lenguajes… El niño puede sospechar que existe un misterioso orden en la forma como los libros están ordenados, pero no sabe cuál es. Esta es, según lo que pienso, la actitud con respecto a Dios de los más inteligentes seres humanos”, señaló Einstein.
Su inconclusa búsqueda de la elusiva “teoría del todo” (comúnmente llamado el “santo grial” de la física moderna) lo persiguió y consumió hasta el momento en que murió a los 76 años de edad, el 18 de abril de 1955. Pero él seguramente estaría complacido de saber que hoy en día muchos físicos están dedicando sus carreras con entusiasmo a perseguir su sueño.