Conmemoran 150 años del nacimiento del capitán de navío Francisco Miranda
Todos hemos oído hablar alguna vez del “Capitán Miranda”, aún sin saber que es un velero ni que se emplea como escuela de navegación por parte de la Armada Nacional. Lo que poca gente sabe es a quién se rinde homenaje con la denominación de este buque. Esa persona fue el capitán de Navío Francisco Prudencio Miranda, muy importante para la creación de una escuela naval en nuestro país, y recientemente se conmemoraron 150 años de su nacimiento. Miranda nació en el departamento de Maldonado en el año 1869, proveniente de una familia marina, de la que heredó esa vocación. A los 17 años inició su carrera naval al enrolarse como “aspirante” en la cañonera “General Suárez”, esta era en ese momento la forma de ingresar a la Armada.El 23 de marzo de 1887 obtuvo el grado de Guardia Marina, como especialista en Aparejo y Maniobra. Dentro de la institución, Miranda fue un impulsor de la creación de la Escuela Naval, incluso fue redactor de algunos de los programas de estudio, según se destacó en el Boletín Informativo número 6 de la Asociación de Amigos del Capitán Miranda.El joven Miranda fue perfeccionando sus conocimientos hidrográficos con los frecuentes viajes realizados en las unidades de la Armada, elaborando publicaciones dedicadas a “El Plata y sus afluentes”, “Geografía Marítima”, que contiene la descripción de los principales puertos, bahías y rutas navegables, así como “La defensa marítima y fluvial de la República O. Del Uruguay”, “Influencia de la Marina en el porvenir del país”, “El Río de la Plata” y “Alumbrado y Balizamiento”.Falleció el 25 de abril de 1925, después de haber dedicado hasta el último día de su vida a la Armada Nacional, en cuyos buques navegó más de 55 mil millas y permaneció casi 17 años embarcado. Merced a todos esos méritos, el Gobierno aprobó por el decreto del Ministerio de Guerra y Marina de 1º de abril de 1930, en el que se solicitaba se le asignara el nombre “Capitán Miranda” al primer buque hidrográfico, que el país hizo construir en Cádiz para destinar a investigaciones oceanográficas y a la confección de cartas náuticas.
C/N Francisco Prudencio Miranda
Conmemorando los 150 del Natalicio del Capitán de Navío Francisco P. Miranda, se recuerdan hoy los aportes hechos por un hombre de firme y de heredada vocación profesional, dotado de realizadora inquietud mental y firme voluntad, que le permitieron vencer las muchas dificultades que en su época condicionaban la conquista de la jerarquía de Oficial de marina, honró al instituto naval con su larga, asidua y eficiente labor profesional y producción intelectual.
Francisco Miranda nace en el departamento de Maldonado, el 28 de abril de 1869. Nieto de José Fernández de Miranda quien fuera oficial de la Marina Española, y como tal protagonista en la «Batalla de Trafalgar», donde fue hecho prisionero. Abandonó luego el suelo español con su esposa Doña María Juana Porto, afincándose en la costa Este de nuestro país.
Su padre, don José Agustín Miranda, nació en Maldonado en 1820, marino también se dedicó al tráfico de cabotaje por nuestras aguas. Integró el Ejército, participando en la Guerra Grande. Abandonó éste y se radicó un tiempo en las costas del actual estado de «Rio Grande del Sur».
Sin duda la vocación de sus predecesores llevó a que el joven Francisco y su hermano mayor Eduardo abrazaran la carrera naval. Francisco Miranda en su niñez y adolescencia acompañó a su padre navegando por las costas del Plata. Posteriormente, a los 17 años, el 13 de agosto de 1886, se enrola como Aspirante en la cañonera «Suárez».
Con firme dedicación obtiene el Grado de Guardia Marina el 23 de marzo de 1887. Se había destacado por aprovechar al máximo todas las oportunidades disponibles para aprender y practicar. Tornándose un especialista en Aparejo y Maniobra.
En esta época Miranda, con 19 años, se mostraba un firme impulsor de la creación de una Escuela Naval, llegando a redactar los futuros programas y logrando que estos fueran aprobados consiguiendo además que Presidente de la República Gral. Tajes y su Ministro de Guerra y Marina firmaran el Decreto correspondiente para la creación de una Escuela de Náutica.
El 2 de Abril de 1889 Francisco Miranda asciende al Grado de Sub Teniente de Marina.
En 1892 es designado Teniente Segundo de Marina. Con esta jerarquía se dedica a verificar las cartas del Río de la Plata y de la costa rochense. Convirtiéndose este trabajo en la base de su libro publicado años después intitulado «El Estuario del Plata», verdadero derrotero que será la base de estudio de los Aspirantes de la Escuela Naval en la segunda década del siglo XX.
En 1895 es ascendido a Teniente Primero de Marina y destinado a la cañonera «Gral. Rivera» primero, y luego al aviso «Flores», fue designado Segundo Comandante del transporte «Labrador» y posteriormente del transporte »Coquimbo».
En marzo de 1897, al comienzo de la Revolución que comandara el caudillo nacionalista Aparicio Saravia, fue designado en comisión como Comandante del vapor «Vigilante».
En los años 1898 y 1899 es nombrado miembro de la comisión redactora del «Reglamento de Uniformes, Divisas e Insignias para el Ejército y la Armada». En el mismo período fue designado por el Ministro de Guerra y Marina como «Defensor de Oficio» en los Tribunales Militares, cesando en agosto de 1920 por pasar a ocupar el cargo de «Auxiliar» en Fiscalías Militares.
El 15 de octubre de 1901 alcanza la jerarquía de Capitán y es designado Segundo Comandante de la «Gral. Rivera». Es en esta Unidad donde Miranda es testigo de una de las tragedias más grandes de la Armada. Luego de dos años de servicio en esta unidad, encontrándose el buque en su amarrazón de la bahía y siendo las 12:10 del día 8 de octubre de 1903, se produjo a bordo una tremenda explosión que sacudió toda la zona portuaria y alrededores. La Santa Bárbara de la «Gral. Rivera» había volado a causa de una deflagración súbita por descomposición de la pólvora «B» que se usaba para salvas, hundiéndose posteriormente. En este desastre perecen 4 tripulantes y otros 10 resultan heridos. Entre estos se encuentra Miranda, que había quedado aprisionado en la Cámara de Oficiales, recibiendo heridas de extrema gravedad fractura de brazo derecho, grandes quemaduras en todo el cuerpo y cara que le provocaron la pérdida del ojo derecho.
Recuperado de sus heridas y del golpe de perder a sus subordinados, tuvo que enfrentar otra pérdida, no solo personal sino para toda la Armada, dado que en la explosión se perdieron lo que él llamaba «mis papeles»‘ Estos constituían 8 años de investigaciones sobre la historia de la Marina Nacional.
En 1904 asciende a Sargento Mayor siendo nombrado delegado en la Junta Administrativa Militar. También es designado profesor en la cátedra de «Aparejo, Maniobras y Señales» en la Escuela Militar y Naval.
El 11 de diciembre de 1907 se había hecho realidad el anhelado sueño de la creación de la Escuela Naval. Miranda integró la comisión que reglamentó la ley de creación y que estableció el primer plan de estudios.
En diciembre de 1911 pasó a prestar servicios en la Comandancia de Marina, desempeñándose como Oficial Primero y Secretario de la citada Comandancia y Capitanía General de Puertos.
En 1916 se presenta su obra «El Estuario del Plata» en el Segundo Congreso Científico Panamericano que se desarrolló en Washington, siendo publicada por el Gobierno de los Estados Unidos de América.
En 1917 ascendió a capitán de Fragata y pasa en 1919 a integrar como miembro el Consejo Supremo de Guerra y Marina.
En marzo de 1920 asciende a Capitán de Navío. Vinculado a este último cargo formó parte de varias comisiones técnicas e intervino en la redacción de los proyectos de Código Penal Militar y de Procedimientos Militares, así como también elaboró varios reglamentos y libros de texto para la Escuela Naval.
Integró entre 1923 y 1924 la comisión de estudio acerca de la organización más conveniente para la Armada.
Falleció el 25 de abril de 1925, después de haber dedicado hasta el último día de su vida a nuestra Marina Militar, en cuyos buques navegó más de 55.000 millas y permaneció casi 17 años embarcado.
En atención a los méritos expuestos el Gobierno de nuestro país aprobó el decreto del Ministerio de Guerra y Marina de 1° de abril de 1930, en el que se solicitaba se le asignara al buque hidrográfico en construcción en Cádiz, el nombre de «Capitán Miranda» en homenaje al extinto Capitán de Navío Francisco Miranda, quien prestó importantes servicios al país, siendo el primer marino nacional que realizó estudios hidrográficos, destacándose su personalidad como ejemplo de virtudes y de gran amor profesional.
Mucho escribió el Capitán Miranda, pero para ejemplificar su pensamiento basta transcribir lo siguiente:
«Cuando para ninguno de nuestros compatriotas el mar sea una incógnita o un simple camino sin polvo y sin barro para salir del país o volver a él, cuando una selecta juventud se eduque en el mar y para la mar, cuando éste sea de todos conocido, entonces no se pondrá por cierto en duda la necesidad de una Marina Militar, entonces todos comprenderán que debido a la falta de algunos buques hemos estado limitando nuestra soberanía al pedazo de tierra firme que ocupamos».
Fuente Diario el Telégrafo de Paysandú