Quiero contarles como eran las circunstancias cuando creé a Don Libro.
Se acercaba la segunda Feria Binacional del Libro, en la frontera Rivera-Livramento y yo quería participar haciendo alguna cosa.
Pensé, pensé y pensé qué podría hacer para participar activamente en dicha feria.
La primera idea que se me ocurrió fue la siguiente:
Como soy Narrador Oral, podría ponerme en algún lugar de la feria y allí contar historias… pero quería algo más de mi actuación, entonces se me ocurrió que detrás de mi pequeño escenario, podría haber unas mamparas forradas en papel, para que la gente dejara allí sus impresiones, no solo de mi acto, sino de la Feria en general, o un poema, o alguna declaración… o lo que se les ocurriera plasmar allí para eternizarse en la palabra. ¡Perfecto! ¡Un narrador oral y un espacio para que la gente se expresara! ¡Sí, sería fantástico!
Cuando estaba por poner manos a la obra, me vinieron unas dudas de que faltaba algo más… (Esas problemáticas de la creación, ¿vieron? Siempre parece que está faltando algo… y generalmente es cosa buena porque puede aportar algunas mejoras a lo ya creado)
Por ahí entonces se me ocurrió que escenográficamente sería estupendo que yo, vestido a carácter de los contadores de historias antiguos, estuviera en mi escenario con un enorme libro leyendo las historias a la gente (esto, se me ocurrió inspirado en una escena de la película de dibujos animados “Fantasía” de Walt Disney, donde Mickey Mouse, ataviado de Hechicero, leía los conjuros de un enorme libro)
¡Estupendo! Esto sería mucho más artístico y representativo que mi anterior idea. Sí, ciertamente eso era lo que iba a representar en la feria… Pero… pero, pero, pero…siempre hay algún pero, ¿verdad? Y aquella perversa lucecita dentro de mi cabeza que no dejaba de parpadear… seguramente era alguna idea para mejorar la puesta en escena…
Me quedé hecho una mezcla de contrariado (porque esta idea me parecía estupenda) y curioso (por la nueva innovación que seguro se me estaba ocurriendo).
Pensé en la historia que me había creado, en la puesta en escena que se me había ocurrido y era perfecta… pero allí estaba de nuevo aquella lucecita titilando en mi mente…
¡Volví a repasar mi creación y me parecía estupenda! El narrador, las historias, el libro, mi pequeño escenario y… ¡ahí estaba la cosa!
¿Y si en vez de leer de un libro grandote, el libro fuera yo? ¿Y si no tuviera mi pequeño escenario, sino que toda la Feria fuera mi escenario? ¿Y si en vez de que la gente escribiera en un muro detrás de mi escenario, escribiera en el libro mismo?
¡Wow!, ¡Todas estas ideas me volaron la cabeza! ¡Y ya me imaginé a Don Libro! Andando a suelta por toda la feria, contando sus historias, conversando con la gente y mostrando el contenido de sus páginas a las personas. Y quien así lo deseara, podría escribir sus impresiones o lo que se les ocurriera en las mismísimas páginas del libro.
¡Fantástico, espectacular! Sin lugar a ninguna duda esta creación superaba ampliamente a las otras dos anteriores.
¡Y lo más importante! Ya no estaba más aquella lucecita titilándome y dándome a entender que quizá estaba faltando algo en la creación. Sí, sin dudas esta era la creación que muy dentro de mí se me había ocurrido y por fin ahora la pude exteriorizar.
Ahora era solo dejar salir mi imaginación y dar forma física al prototipo de Don Libro que estaba en mi mente.
Don Libro fue diseñado para que yo estuviera dentro de él, caminando por el evento. Para que tuviera hojas y lomo como todo libro que se precie de tal. En las páginas de cartón, que yo iría abriendo para mostrar a los asistentes a la feria, habría hojas de quita y pon donde estarían las fotos y textos que conformarían al libro y que finalizado el evento se quitarían de las páginas del libro y quedarían como una carpeta de dicha fiesta literaria. De la mitad del libro para adelante, las hojas estarían en blanco y en ellas las personas se podrían inmortalizar dejando sus impresiones o lo que quisieran. Estas hojas una vez llenas se cambiarían por otras en blanco, para que se pudiera escribir en ellas los días siguientes del acontecimiento, ya que estas ferias duran promedio una semana.
De esta forma, “Don Libro” sería una plataforma desde la cual según el evento se podría enseñar, mostrar, declarar o compartir diversas cosas. Así, desde Don Libro tanto se podría enseñar a cepillarse los dientes, estudiar historia o contar como fue la carrera espacial.
Sin dudas sería una plataforma muy versátil desde la cual educar o mostrar cualquier cosa.
Y así, mis amigos, fue el nacimiento de “Don Libro” y su participación exitosísima en la “Feria Binacional del Libro”.
Como suelen decir los brasileño, Don Libro “Mató a palos”
Recibió una muy cordial acogida por los participantes en la dicha feria, y de la prensa local, siendo inclusive tapa del periódico brasileño “A Platéia” así como de algunos diarios de PortoAlegre.
De ahí en más, “Don Libro” participa de diversos eventos, destacándose la Feria del Libro de Montevideo y la de Durazno.