Alejandro Magno tenía el hábito de inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro derecho, era físicamente de hermosa presencia, de baja estatura (1,60 m), la nariz algo curva inclinada a la izquierda, cabello semiondulado de color castaño claro, con un estilo de cabello denominado anastole («dentro del espíritu»).

Plutarco y Calístenes citan que poseía un aroma físico agradable naturalmente, a lo que ellos llamaban «buen humor». Por descripciones de Plutarco, normalmente antes de dar batalla, Alejandro lanzaba un dardo hacia el cielo (Zeus) con la mano izquierda, como también se aprecian en algunas de sus esculturas, se lo ve portando objetos con el mismo brazo, por lo que sería aceptable afirmar que era zurdo…

Su educación fue inicialmente dirigida por Leónidas, un austero y estricto maestro macedonio que daba clases a los hijos de la más alta nobleza, que lo inició en el ejercicio corporal pero también se encargó de su educación.

Lisímaco, un profesor de letras bastante más amable, se ganó el cariño de Alejandro llamándole Aquiles, y a su padre, Peleo… Sabía de memoria muchos de los poemas homéricos y se sabía que en sus preciadas pertenencias se hallaba la Iliana homérica, comentada por Aristoteles. También leyó con avidez las obras de Heródoto y a Píndaro.

Se cuentan numerosas anécdotas de su niñez, siendo la más referida aquella que narra Plutarco:

Filipo II había comprado un gran caballo al que nadie conseguía montar ni domar… Alejandro, aun siendo un niño, se dio cuenta de que el caballo se asustaba de su propia sombra y lo montó dirigiendo su vista hacia el Sol. Tras domar a Bucéfalo.., su caballo, su padre le dijo: «Búscate otro reino, hijo mío, pues Macedonia no es lo suficientemente grande para ti»…

Según coinciden algunos historiadores antiguos, especialmente Calístenes, quien narra la participación de Alejandro en su adolescencia de los Juegos Olímpicos (a petición de Filipo), en la cual obtuvo victorias en competencias de carros…

A los trece años fue puesto bajo la tutela de Aristóteles.., el filósofo que más influyó en la filosofía y las ciencias. Durante cinco años sería su maestro, en un retiro de la ciudad macedonia de Mieza. Aristóteles le daría una amplia formación intelectual y científica en las ramas que este abordó, como filosofía, lógica, retórica, metafísica, estética, ética, política, biología, y otras tantas áreas.

Muy pronto (340 a. C.) su padre lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo regente, a pesar de su juventud. Recibía personalmente a los enviados persas, deseosos de que Macedonia pagase los altos tributos exigidos por Darío… Les conversaba amablemente, y así obtenía información, acerca de las travesías de rutas tierra-mar, la preparación del ejército persa, valioso para las acciones que desarrolló en el futuro. En el 338 a. C. dirigió la caballería macedónica en la batalla de Queronea, siendo nombrado gobernador de Tracia ese mismo año. Desde pequeño, Alejandro demostró las características más destacadas de su personalidad… activo, enérgico, sensible y… ambicioso. Es por eso que, a pesar de tener apenas dieciséis años, se vio obligado a repeler una insurrección armada. Se afirma que Aristóteles le aconsejó esperar para participar en batallas, pero Alejandro le respondió… «Si espero, perderé la audacia de la juventud».

Un nuevo matrimonio… el de su padre, que podría llegar a poner en peligro su derecho al trono; (no conviene olvidar que el mismo Filipo fue regente de su sobrino Amintas IV —hijo de Pérdicas III—, hasta la mayoría de edad, pero se adueñó del trono), hizo que Alejandro se enemistara con Filipo…

Es famosa la anécdota de cómo, en la celebración de la boda, el nuevo suegro de Filipo, (un poderoso noble macedonio llamado Átalo), rogó porque el matrimonio diera un heredero legítimo al rey.., en alusión a que la madre de Alejandro era una princesa de Epiro…, y que la nueva esposa de Filipo, siendo macedonia, daría a luz a un heredero totalmente macedonio y no mitad macedonio y mitad epirota como Alejandro, con lo cual sería posible que se relegara a este último de la sucesión… Alejandro se enfureció y le lanzó una copa.., espetándole.. «Y yo.. ¿qué soy?… ¿un bastardo!!?»… En ese momento Filipo se acercó a poner orden, pero debido a su estado de embriaguez, se tropezó y cayó al suelo, lo que le granjeó una burla de Alejandro… «Quiere cruzar Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de un lecho a otro sin caerse.» La historia le valió la ira de su padre, por lo que Alejandro tuvo que exiliarse a Epiro junto con su madre, Olimpia. Para evitar un complot, Filipo también ordenó el exilio de todos sus amigos, siendo Erigio uno de los más cercanos… Más tarde, Filipo terminaría por perdonarle.

Filipo muere asesinado en el año 336 a.C. a manos de Pausanias, un capitán de su propia guardia, como resultado de una conspiración que es generalmente atribuida a… Olimpia. Después de este hecho, Alejandro hizo matar a parte de la familia de Cleopatra.., su madrastra. Así, se aseguró que no quedara vivo ningún heredero que pudiese reclamar el trono y tomó las riendas de Macedonia a la edad de veinte años… Tras suceder a su padre, Alejandro se encontró con que debía gobernar un país radicalmente distinto de aquel que heredó Filipo II veintitrés años antes, ya que Macedonia había pasado de ser un reino fronterizo, pobre y desdeñado por los griegos, a un territorio que tras el reinado de Filipo se consideraba como parte de la Hélade y un poderoso Estado militar de fronteras consolidadas con un ejército experimentado que dominaba indirectamente a Grecia a través de la Liga de Corinto.

La muerte de Filipo supuso que algunas polis griegas sometidas por él se alzasen en armas contra Alejandro ante la aparente debilidad de la monarquía macedonia. Alejandro debía resolver dos puntos importantes: mantener el control de las ciudades y reclutar mercenarios de las polis para su campaña contra Persia.

En la primavera del 335 a.C. lanza una exitosa campaña al norte, Iliria (hoy Albania y Macedonia del Norte) y Tracia (hasta las inmediaciones del río Danubio, hoy Rumania), donde es avisado que Tebas se había sublevado, tomando una guarnición macedonia.

Alejandro, con una reacción relámpago, demostró rápidamente su destreza estratégica y militar: viajó casi seiscientos kilómetros hasta Tesalia para reafirmar el dominio en la región, (ya había sido conquistada por Filipo), y emprendió el camino hacia el Ática, reprimiendo la sublevación de Tebas, que opuso una feroz resistencia, reduciendo la ciudad a escombros, a excepción de la casa que había pertenecido a Píndaro. Después de ajusticiar a los sublevados, entrevistó a una parte de la población, ordenando más tarde la reconstrucción de la ciudad. Uno de los perjudicados era un deportista tebano de los Juegos Olímpicos, a quien Alejandro felicitó durante el desarrollo de estos, y otro relato cuenta que, Timoclea, hermana del general tebano Teágenes, quien mató a un general tracio durante la contienda, fue liberada después de haber hecho una «defensa sincera».

Camino al sur del Ática, visitó el gran oráculo de Delfos, donde un general ateniense había depuesto a la pitonisa del templo, y que luego Alejandro restableció a la misma en su puesto. Allí tuvo en dos ocasiones sus oráculos. La primera visita fue bastante errática.., teniendo los sacerdotes que irrumpir en varias ocasiones… «Alejandro, no, no puedes entrar con espadas aquí…. Y tampoco puedes llevarte las cosas»…

En la segunda, fue a pedir el oráculo, pero en la residencia la pitia (sacerdotisa), que forcejeando le dijo «hijo mío, eres invencible»…

Su paso por Atenas fue por demás totalmente atípico. Los atenienses cerraron sus puertas, no por sublevación, sino por temor por lo ocurrido en Tebas… Alejandro, que sentía un gran respeto por los filósofos, el arte y la cultura de la ciudad, envió entonces una primera carta (era su estilo), a lo que respondieron… «estamos debatiendo si presentarte batalla o dejarte entrar».

Por lo que, Alejandro, a través de otra carta propuso dejar a su ejército fuera y entrar solo… Dejó que solamente lo acompañaran algunos de sus amigos, los hetaroi. Una vez allí, Atenas reconoció su supremacía por el gesto, nombrándolo de esta manera… hegemón, título que ya había ostentado su padre y que lo situaba como gobernante de toda Grecia, consolidando así la hegemonía macedónica, tras lo cual Alejandro se dispuso a cumplir su siguiente proyecto… conquistar el Imperio persa.

Compartir
Previous post
Next post