La historia de Livia Drusila es una de las más apasionantes de la antigua Roma.  A lo largo de sus ochenta y seis años de vida pasó de ser una exiliada que sufrió penurias durante mucho tiempo a ser la primera emperatriz de Roma por su unión con Octaviano, el futuro emperador Augusto. Tras cincuenta y dos años de matrimonio, el testamento de su marido la perpetuó como una de las mujeres más ricas e influyentes de toda la Antigüedad, el modelo ideal en el que debían fijarse todas las esposas romanas. Por todo ello, en este artículo vamos a ver un resumen de la biografía de Livia Drusila hasta el inicio del Principado para comprender su personalidad, sus gustos y su importancia para la historia de la antigua Roma.

¿Quién fue Livia Drusila?

Livia Drusila nació a finales de enero del 58 a.C. en el seno de la familia Claudia, una de las más importantes de la aristocracia romana. Su padre era Apio Claudio Pulcro, nombre que luego cambió por el de Marco Livio Druso Claudiano al ser adoptado por el tribuno de la plebe homónimo que a principios de siglo provocó la Guerra de los aliados (91 – 88 a.C.).

No lo sabemos a ciencia cierta, pero si fue educada como otras mujeres contemporáneas de su estatus, entonces fue instruida en literatura, ética, gramática, poesía e idiomas. A favor de esta visión de Livia como una mujer culta tenemos una cita célebre del famoso poeta romano Horacio, que la describe como «una buena compañía para las musas, una mujer que salvó al mundo con su sabiduría».

Desde muy corta edad, Livia Drusila tuvo que vivir grandes desgracias: al igual que muchos otros, su padre apareció en las listas de proscritos publicadas por el Segundo Triunvirato, de modo que huyó hacia Oriente. Convencido de la nobleza de sus actos, se unió a las fuerzas de Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino y combatió en la batalla de Filipos (42 a.C.). Al enterarse del resultado de la misma, prefirió suicidarse con honor antes que ser capturado o aceptar la clemencia de los ganadores. Previamente, en algún momento a lo largo del 43 a.C. o principios del 42 a.C., una adolescente Livia contrajo matrimonio con Tiberio Claudio Nerón, de unos veinticinco o treinta años de edad.

¿Qué hizo Livia Drusila antes de conocer a Octaviano?

El primer marido de Livia Drusila tuvo muchas virtudes, pero una de ellas no fue la estrategia política. En la década de los cincuenta se declaró en contra del Primer Triunvirato, pero, cuando estalló la guerra civil en el 49 a.C., volvió la espalda a sus amigos optimates y se posicionó a favor de Julio César.

Tras el magnicidio de los idus de marzo del 44 a.C. la causa cesariana parecía condenada al fracaso, por lo que Tiberio retomó su antiguo posicionamiento optimate. Sin embargo, después de la derrota en la batalla de Filipos y la muerte de su suegro, volvió a cambiar de bando y se hizo partidario de Marco Antonio. A finales de ese mismo año, la pareja tuvo su primer hijo: Tiberio Claudio Nerón, el futuro segundo emperador romano.

Luego, el curso de los acontecimientos provocó que Tiberio padre fuera proscrito por el Segundo Triunvirato, de modo que siguió el camino habitual de huir a Sicilia junto a su mujer e hijo. No obstante, la recepción de Sexto Pompeyo fue fría y distante, por lo que no tardaron en partir nuevamente, esta vez rumbo a Grecia. Siempre rodeados de problemas, en un momento dado tuvieron que marcharse a toda prisa de su residencia en Esparta y a punto estuvieron de morir en un incendio forestal.

Finalmente, gracias al Tratado de Miseno (39 a.C.), Livia Drusila pudo volver a Roma. Aun así, el regreso fue amargo porque, al tener derecho solo a una cuarta parte de las propiedades confiscadas en las proscripciones, la familia pasó por graves problemas económicos. Fue en aquella época cuando se volvió a quedar embarazada y cuando Octaviano empezó a fijarse en ella.

Los amantes Livia Drusila y Octaviano

A principios de otoño del 39 a.C. Octaviano conoció a Livia Drusila y se enamoró perdidamente de ella al instante. Sin embargo, la situación no podía ser más complicada para el triunviro: la joven, de apenas diecinueve años, estaba ya casada, tenía un hijo y estaba embarazada del segundo; al mismo tiempo, él estaba casado con su segunda mujer, Escribonia, que también estaba encinta y estaba a punto de dar a luz a su hija, Julia. Además, a todo ello habría que sumar las amplias diferencias ideológicas que separaban a sus estirpes. No en vano, el nuevo pretendiente de Livia era aquel que tanto daño había hecho a los Claudios en el último lustro.

Por una vez Octaviano se dejó dominar por sus sentimientos y obvió todo lo demás para alcanzar su objetivo. Por otra parte, ayudaba el hecho de que Livia quizás le correspondiera desde el principio. Al fin y al cabo, acertó de pleno al pensar que la vida que podría llevar junto al triunviro era infinitamente más próspera que la ofrecida por un ex fugitivo empobrecido y mucho mayor que ella.

Estatua de Livia Drusila conservada en el Museo del Louvre de París (Fuente: Historia National Geographic)

Para empezar, Octaviano se divorció de Escribonia el mismo día en que Julia llegó al mundo, en octubre del 39 a.C. A continuación, Tiberio se divorció de Livia Drusila, probablemente bajo coacción. A partir de aquí, la pareja tuvo que esperar unos meses antes de transformar su compromiso en matrimonio, pues Livia seguía estando embarazada de Tiberio.

Finalmente, Livia Drusila y Octaviano se casaron el 17 de enero del 38 a.C., solo tres días después de que esta hubiera parido a su segundo hijo, Druso Claudio Nerón, quien fue enviado a su padre para ser criado. No obstante, cabe destacar que Tiberio murió en el 33 a.C., por lo que Livia pudo reclamar a sus hijos.

Características del matrimonio de Livia Drusila y Octaviano

Una mujer romana de clase alta como Livia era libre para salir, asistir a espectáculos públicos, visitar templos y jugar un papel activo en la sociedad, pero siempre dentro de unos límites respetables. Se esperaba de ellas que no tuvieran una carrera pública y que se dedicasen a cuidar a su marido y a sus hijos. Mientras este entraba en política, libraba guerras o gobernaba provincias lejanas, ellas se aseguraban de que todo lo relacionado con sus contactos, propiedades y finanzas en Roma fuese bien.

Es indudable que en la unión entre Livia Drusila y Octaviano hubo intereses políticos —ella ganaba un puesto inigualable en la nueva sociedad romana y él se incorporaba a una aristocracia republicana de rancio abolengo—, pero eso no quita que estuvieran enamorados.

Una buena prueba de ello es que nunca se divorciaron a pesar de no tener ningún hijo o hija a lo largo de sus más de cincuenta años de matrimonio. En la pragmática sociedad romana que solo concebía el casamiento como una vía para crear descendientes varones que consagraran el linaje familiar, esto habría significado con seguridad un divorcio temprano, lo que demuestra la confianza absoluta y el respeto máximo que se tenían Livia y Octaviano/Augusto.

Curiosidades de Livia Drusila

En este sentido, la singularidad de Livia Drusila dentro de su época es que gozó de una serie de honores y privilegios a los que no podían acceder el resto de mujeres. En primer lugar, desde el 35-34 a.C. Octaviano hizo que se concedieran honores públicos a su hermana Octavia y a Livia, lo que incluía la construcción de estatuas, la inviolabilidad de los tribunos de la plebe y el derecho legal a administrar sus propios negocios sin la supervisión de un hombre.

En segundo lugar, Livia acompañó a su marido en los frecuentes viajes de este al menos desde el 28 a.C. El motivo para no respetar la tradicional función de las esposas romanas lo desconocemos, pero suponemos que Augusto valoraba su opinión a la hora de tomar decisiones.

Y en tercer lugar, no podemos olvidar que Livia Drusila fue una de las mayores beneficiarias del testamento de Augusto en el 14 d.C. No solo heredó a título personal una fortuna de 50 millones de sestercios, sino que recibió el título de Augusta y fue adoptada formalmente por Augusto. La muerte de Livia Drusila no ocurriría hasta quince años después, pero durante ese tiempo vivió como Julia Augusta, miembro de pleno derecho de la familia Julia y auténtica iniciadora de la dinastía que gobernaría los destinos del Imperio Romano durante los siguientes cincuenta años.

Bibliografía

BARCELÓ CHICO, I. (2018): Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones. Valencia: Sargantana.

DE LA BÉDOYÈRE, G. (2019): Domina. Las mujeres que construyeron la Roma imperial. Barcelona: Pasado&Presente.

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OSGOOD, J. (2019): Roma. La creación del Estado mundo. Madrid: Desperta Ferro.

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