Los vikingos no usaban brújulas ni astrolabios. En lugar de ello, empleaban piedras solares para trazar las mejores rutas de navegación.
Hace más de 1.000 años, antes de la invención de la brújula, los vikingos se aventuraron a miles de kilómetros de su hogar hacia Islandia y Groenlandia, y muy probablemente hasta América del Norte. Estos estos valientes y temibles marineros navegaban leyendo la posición del Sol y las estrellas.
Pero , cómo pudieron viajar largas distancias a través de mares en latitudes septentrionales, a menudo cubiertos por niebla y nubes que bloqueaban la luz?
Investigaciones previas ya sugerían que los vikingos usaron un tipo de reloj de sol para navegar, que aparentemente era bastante preciso.
Las leyendas vikingas hablan del uso de unas extrañas piedras solares. En 1967 el arqueólogo danés Thorkild Ramskou lanzó una atrevida hipótesis: los vikingos usaban la polarización de la luz dispersada por las nubes.
Un equipo internacional de investigadores dirigido por Guy Ropars de la Universidad de Rennes en Bretaña, reunieron evidencia experimental y teórica obteniendo la respuesta:
Los vikingos utilizaron cristal de calcita transparente, también conocido como espato de Islandia, para fijar la verdadera orientación del Sol. Los vikingos escudriñaban el cielo con el cristal rotándolo mientras barrían el horizonte en un círculo. En un punto determinado encontraban que el brillo aumentaba notablemente a través del cristal. Determinaban así una línea que apuntaba al sol. Continuaban navegando y repetían la operación. Esas dos líneas daban una buena estimación de dónde se encontraba el astro. Con un artilugio móvil, colocaban una antorcha en una posición de esa dirección simulando así la estrella. Con un reloj solar averiguaban no sólo la hora sino que mantenían la posición del sol. De esta manera determinaban y mantenían el rumbo.
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